29 de abril de 2009

Sustrato frágil

Tantas veces perdemos lo que encontramos. Pero resulta que perder algo que buscamos sería todavía más negligente. Aún peor sería no buscar nada, entonces no perderíamos nada, pero tampoco ganaríamos. Entonces entiendo que es preferible encontrar y retener, aunque a veces cueste, dependiendo del objeto. Por eso encuentro algunas paradojas: la vida hay que retenerla, y reteniéndola la perdemos. Por otro lado, la salvación hay que cuidarla para alncanzarla al final. Entonces no es el sustrato material sino lo invisible lo permanente. Pero viviendo en un mundo meramente visual, ¿cómo ser ciegos? ¿O cómo ver lo invisible tras el brillo enceguecedor? Cómo no oir el ruido persuasivo de la vanidad, cuando es lo único que suena en las calles. Tal vez el problema no sea el ruido, sino el silencio de algunos.

Quisiera creer que el viento habla en idiomas entendibles, o que los árboles cuentan secretos. Pero no tienen boca. Y los que la tienen parecen usarla para no decir, aunque digan algo, y decir lo indecible. Usar palabras complicadas y juegos de palabras es algo que me entretiene más a mí, que se a que me refiero puntualmente, que a ustedes. Pero cada uno puede interpretar a su modo, aunque al final de cuentas, decantada la connotación siempre se denota algo, si se busca con esmero y si uno no se rinde y se conforma.

Prefiero pensar en mundos donde los colores son reales, en donde las palabras no son aire y la realidad es una sola. Es cómodo en cierta forma. Imaginar. Sustraerse por un rato. Es simple.

Lo difícil es soñar despierto, y no dormir en el intento.