28 de junio de 2012

Mundos

De repente estamos todos encerrados en un cuadrado.  
De repente somos ese cuadrado. Y ahí incrustamos lo que queremos. Felicidad, tristeza, familia, trabajo, estudios.
Los días no pasan en la foto. Si las lágrimas corren detrás de la pantalla no lo sabemos, porque vemos una sonrisa, estática. En el mundo 2D no hace frío, no llegan los golpes, no llegan los abusos.
En el mundo plano con un clik somos amigos. Increíble.
Si hay pobreza, es genial porque tampoco la vemos.
Aguante la vida sin niños que trabajan, sin gente que pasa hambre, sin adolescentes prostituidas. 
El mundo que supimos construir definitivamente es mucho mejor que el real. 
Nadie se equivoca, todos somos una perfecta representación de lo ideal. 
Todo nos gusta, todo es mostrable, sino, no estaría a la vista. 
En este mundo no hay lugar para pedir perdón, no hace falta. ¿Para qué? A lo sumo, se puede borrar el error. Listo.
¿Cuál es el precio? El servidor de internet. 
¿Qué se gana? ¿Una segunda oportunidad? Una vida distinta. 
Por alguna razón el ser humano sigue buscando eso, que en su interior trata de acallar con momentos cortos de vanidad. Por alguna razón, en este mundo se sigue excluyendo al único que vino a morir por el mundo en el que hay injusticias, el que sangra lentamente. El mundo real.









24 de junio de 2012

Sopla el viento y no llega. No alcanza, para apagar el fuego de las velas, porque se cumplen años, y las puertas no se abren.Caen unos, caen otros. Otros miran. Se deleitan. Los ojos ven negro, las telas se manchan, en los telos. Los telones se cierran y el espectáculo se encubre. Las manos pequeñas, las lágrimas del mar de la inocencia, que navegan en ojos tristes.  Risas, insoportables. Canciones de cuna que se pierden en la tierra, la misma que adormece nuestros sentidos. El símbolo intercambiable, por el que se vende carne humana. El canibalismo y el disfraz para esta gran fiesta, el rito donde la sangre se tiñe de azul, de amarillo, de blanco y todos bailan. Porque solo algunos son los protagonistas, de la tragedia, de la muerte del alma.  Porque no sentimos. Lo mismo.