3 de agosto de 2011

Zapatos

Si me pongo en tus zapatos, tal vez tarde un tiempo en acostumbrarme, pero seguramente también descubra esas cosas que tanto intentabas explicarme.

Cuando llegue el invierno me daría cuenta cuanto necesitás mi calor, y que tu calzado no resiste tanto la lluvia.

Sufriría esa molestia en el talón de la que me hablabas, que nunca supiste bien que era, pero que te hace doler.

Vería más de cerca esa mancha, que desde que sos chico no sale, pero la miraría mejor, y me parecería simpática. Porque si no estuviera ahí no sería tu zapato, y no serías vos.

Al caminar sobre las piedras entendería que tu suela está bastante gastada y que esa es la razón por la que necesitás parar un poco de vez en cuando antes de seguir.

Si me pongo en tus zapatos. ¿Serías capaz de ponerte en los míos?

Nos miramos y sonreímos. ¿Qué tal si me pongo tu zapato en el pie derecho y el mío en el izquierdo?

Y mientras vamos de la mano por este camino, que a veces se hace cuesta arriba, descubrimos que cuesta menos...


si andamos descalzos.




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2 comentarios:

Eliseo A. dijo...

Me dieron ganas de hacer un pequeño corto con tu voz leyendo esto.

Verónica Del Vecchio dijo...

jajaja joya! Avisame cuando nomás!!