15 de marzo de 2011

Paz

La nena se deslizaba como se desliza el agua de una vertiente entre las hendiduras. Y yo recordaba el significado de la quietud. Entre el movimiento cotidiano, los golpes de cuerpos apurados, el ruido de bocinas ensordecedor, y el reloj social que impide un razonamiento lógico de lo que uno siente, (aunque paradójicamente,racionalizar los sentimientos es una especie de eslabón perdido en el crecimiento emocional), ahí me encontraba yo. En medio del caos, libre para correr entre los pastos. De pronto ya no me molestaba que alguna mujer estresada me pisara con su taco puntiagudo, de repente yo no era quien para exigir movimiento a los demás, porque me encontraba disfrutando el instante de caminar, sin anhelar llegar. Disfrutar el mientras tanto, mientras hay, tanto. Decidí empezar cada día como si fuera el mejor de mi vida, porque resulta que existen razones para creerlo. Ya no hace tanto calor, volví a escribir. El invierno se acerca, pero se aleja de mí. Y mientras me despido, entiendo que no es necesario lamentar lo pasado, porque el tiempo no lo hace. El tiempo sigue, avanza, y le da con todo.
Resulta complicado entenderlo: saber cuándo acelerar, cuándo parar. Saber cuándo esperar. No. El tiempo nunca retrocede.

La nena sigue bailando, y yo, ya no recuerdo.

Tengo paz.

2 comentarios:

Eliseo A. dijo...

Me encanto!

Te invito a pasar por mi blog y leer los cuentos que subi (del mas viejo al mas nuevo)

Dios te bendice!

Pd: Quiero temas nuevos!!!

Mikas dijo...

u rock!