2 de marzo de 2011

Tan unidos Señor, que hasta te puedo sentir, tu espíritu y el mío son uno y no me quiero ir. Ni un centímetro lejos, abrazándote el tiempo no es tiempo; el aire es perfume y el espacio se expande. Cuando te veo, las lágrimas recorren mis ojos, porque no llego a entender como tu amor me invade. Me das vida, como un río fluye sobre tierras áridas. Y sé, que no lo merezco.

Sé que tu escencia es fiel, y mi mente no puede alcanzar tus pensamientos, me amás más de lo que puedo imaginar. Porque no podría saber cuánto te dolió entregar a tu único hijo en aquella cruz. Por mis pecados, mi Jesús se entregó.

Cuánto amaste a este mundo Señor, cuánta dedicación al crear cada flor, cada animal. Cuánto amor tuviste por el hombre, que lo creaste a tu imagen y semejanza.
Si estás cerca Señor me invaden las sensaciones más diversas, siento alegría de conocerte, temor de fallarte. Mi corazón pareciera ocupar todo mi cuerpo y tu santidad me lleva al arrepentimiento. Caigo a tus pies, porque es ahí donde encuentro perdón. ¿Cómo podría hoy enjuagar tus pies con mis cabellos? Cómo podría demostrarte cuánto te adoro. Dame un corazón puro, para estar delante tuyo.

Todo lo creaste hermoso en su tiempo, todo tiene un propósito dentro de tu plan. Y esa verdad me llena de gozo, porque escapa de mis manos, entender las circunstancias.

Hoy me niego a mí misma, tomo mi cruz y te sigo. Solo tengo lo que soy, ¿pero acaso voy a cuestionarte? Ya no, hoy solo te sigo. Porque sé que mientras voy, y llego, voy a entender, por qué fue mejor obedecerte. Hasta el final, espero el día de tu venida, y espero que me encuentres permaneciendo en vos. Ayudame a no distraerme, porque quiero estar en vos.

No hay comentarios: