23 de enero de 2015

Jesús

Como pinceladas de un cuadro de sol, hojas y viento
sentí tu mano sobre mí,
acariciando mi alma,
dibujando un sendero de luz
reflejando tu gloria y tus ojos
sobre mi oscuridad,
clareando la niebla,
con un viento suave y tibio.
Cerré mis ojos, te vi,
me envolvió tu mano
y volví a vivir.
Suspiro profundo.
La noche se había ido,
mientras tus brazos me sujetaban,
dando calor a mi cuerpo hibernal,
llenando mi vacío con tu espíritu.
Tu sonrisa me hizo llorar,
porque nos miramos a los ojos
y las palabras sintieron vergüenza,
una vergüenza tierna e infantil,
un temor a descubrir la hermosura,
en tu mirada.
Volví a ser una niña, con ilusiones de colores,
cintas en el aire, y estampas de flores,
volvimos a correr juntos por ese pasto alto,
verde, embarullado, perdido.
Volvieron las melodías,
como pájaros en su vuelo más alto,
buscando un nido de paz.
Tu amor, un río de agua dulce
donde sacié mi sed, donde mis huesos
se plantaron como árboles de hojas gruesas,
para recordar cada día tu gracia,
y disfrutar tu bendición.
A tu lado, está mi alegría,
ese instante que es eternidad,
cuando tu abrazo me envuelve,
y me doy cuenta,
no merezco tanto amor.
Mi deuda se acrecienta cada vez más,
me invade la ansiedad de no entender
como alguien tan incorruptible, tan brillante,
majestuoso, hermoso, se incline hacia mí.
Fueron tus manos quebradas, tu sangre fluyendo,
fueron tus piernas inmóviles, tu corazón palpitando.
Tu dolor, cuerpo y madera, clavos y espinas.
Fue el precio, de mi libertad.
Fueron cadenas cayendo a través de tu dolor,
fue tu victoria y mi salvación.
Fue el nombre más hermoso que escuché,
Jesús, llamándome a mí,
¿a mí?
Con mi corazón pobre, mis manos vacías,
mi naturaleza débil, mis errores.
Jesús, poniendo sus ojos en mí,
¿cómo no amarte?
Jesús, tocando mi alma.
Jesús...dando todo, a cambio de esta vida sin valor,
¿cómo no caer ante tí?
Lejos de tu presencia,
solo hay ruido, confusión y derrumbe,
en tí, están todas mis fuentes,
y es un manantial inagotable.








No hay comentarios: